sábado, 25 de enero de 2014

El Barroco sigue en pie.

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El Orden Barroco - la primera civilización moderna y global. La música barroca, su arte y arquitectura son bien conocidos. Menos conocido es el hecho de que durante los primeros dos o tres siglos de la edad moderna, después de 1500, el barroco dominó social y políticamente. Este blog no es sólo un debate histórico y cultural. Hay que destacar la importancia del orden barroco al mundo moderno y fomentarlo.

El mundo barroco era una modernidad que funcionaba. Pero la crisis actual, evidente para todos, es la de una modernidad que fue la principal alternativa al orden barroco, una modernidad enemiga: la sociedad burguesa que echó raíces en el norte de Europa primero, y domina la forma actual de globalización.

Esta discusión trata de producir medidas concretas para preservar, restaurar y desarrollar la civilización barroca que existe hoy en día como un factor cultural importante en muchos países, principalmente pero no exclusivamente, Iberoamericano (y en las partes de Estados Unidos que le pertenecen), Filipinas, España, Portugal, Italia, Austria y el sur de Alemania.

De hecho las raíces de la cultura de estos países se encuentran en el pasado lejano de Europa, pero su forma moderna fue creada durante la época barroca. De hecho, el barroco dio origen al mundo moderno y sigue incorporado en el tejido de la sociedad en muchos países.

El barroco es más pertinente que nunca porque el mundo actual está volviendo a la situación anterior a 1648. Después de esa fecha, el Estado nacional o burgués poco a poco se hizo supremo, acompañado por el secularismo y el relativismo hacia la religión e incluso hacia la cultura. Hoy tenemos una Comunidad Europea sin unidad de civilización.

Europa en la Edad Media era tal vez una civilización unida, algo en sí deseable. Sin embargo no vivimos en la Edad Media. La realidad europea de hoy es la de un continente dividido en diferentes civilizaciones. Esta realidad fue oscurecida por el nacimiento del estado-nación y las ideologías, pero se reveló al final de la Guerra Fría con el debilitamiento del estado-nación y la ideología en general. En realidad Europa está volviendo, no la Edad Media sino a la situación existente durante el primer período moderno, la época dominada por el orden barroco.

En este período Europa está dividida en tres zonas: la primera, la civilización barroca, que abarca los países mediterráneos, Austria, el sur de Alemania, Bélgica y el sur de los Países Bajos y otros países; la segunda, en oposición a esta, una serie de estados dominados por la sociedad burguesa – sobre todo Gran Bretaña, las Provincias Unidas (Holanda) y otros países del norte de Europa (entre estas dos zonas, Francia, un Estado dividido, que incorpora elementos burgueses y barrocos); en tercer lugar, el Islam tiene una fuerte presencia en el continente europeo.

Esta realidad está todavía con nosotros. Los países de cultura barroca están sufriendo a causa del esfuerzo de imitar a un modelo socio-económico (el burgués) que no es suyo, y esta situación ya no puede continuar En segundo lugar, el Islam ha recuperado su papel de protagonista importante en el continente europeo, como en el siglo XVII. Hoy en día, Europa es más bien un microcosmos del mundo y sus civilizaciones. Como veremos, el barroco es un orden mundial e internacional como su antítesis burguesa. Sin embargo, también forma parte de Europa. El euroescepticismo en este contexto no tiene sentido. La Unión Europea ha creado un espacio que será llenado, no por el vacío de las fuerzas del mercado, sino por el desarrollo de cuestiones culturales no resueltas. Nuestra tarea no consiste en dejar Europa, y mucho menos intentar volver atrás cincuenta años, a un estado-nación fuerte.

La crisis de Europa, la sociedad internacional y del Estado-nación es la del mundo burgués. Tenemos que recuperar a todos los niveles las formas sociales, económicas e institucionales que integran nuestra civilización. No se trata de guerra cultural pero debemos insistir: nuestra sociedad civilización es diferente a la de un país burgués y laico como los Países Bajos y Suecia – ni somos una sociedad islámica como aquella representada por los bosnios y las poblaciones en varias ciudades europeas.

Aquí se tratará de las cosas que distinguen a nuestra civilización: autonomía local, regional, cultural, económica y política; un gobierno pequeño, pero con la capacidad de actuar; renacimiento del arte, arquitectura, música y danza basado en las formas tradicionales; reconstrucción de paisajes urbanos y rurales sanos. Favorecerá medidas prácticas. Se propone no sólo romper moldes ideológicos, sino animar a la gente a actuar. La imagen de Europa y del mundo que aquí se presenta no es la misma ofrecida por los medios de comunicación pero es la realidad. El primer paso hacia una acción positiva es definir y establecer las bases de nuestra propia civilización. Esta civilización existe. Es enorme pero política e institucionalmente invisible al mismo tiempo. Adquirir visibilidad es el primer paso.